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Los Derechos Humanos

Los Derechos Humanos

 Igualdad

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, documento central de la Revolución Francesa y fundamental para la historia de los derechos civiles y humanos, que el Marqués de Lafayette escribió hace 232 años, fue fuertemente influenciada por la Declaración de Independencia de Estados Unidos, escrita por Thomas Jefferson. La filosofía de los derechos naturales de la Ilustración, o derechos que son universales e inalienables para todos los individuos, siguen encarnando los ideales de libertad, igualdad y fraternidad más allá de la Revolución Francesa.

En el momento de su creación, la Declaración unió a personas de diversas clases sociales (primer, segundo y tercer estamento) antes de una revolución violenta. El texto resonó en futuras constituciones francesas y en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) creada por Naciones Unidas. La presunción de los "derechos humanos", en particular el derecho de un pueblo a romper el contrato social entre ellos y su gobierno, cuando ese gobierno es opresivo, impregna nuestro mundo actual.

Oath Tennis Court"Serment du Jeu de Paume". Dibujo a pluma y tinta de Jacques-Louis David, 1791. Esta obra monumental, es preliminar a una pintura más grande (nunca terminada).

Pero, ¿existe o no existe actualmente un mecanismo para hacer cumplir los derechos humanos?

Tener "Derechos" no implica simplemente pensar que es moralmente una buena idea hacer cumplir la legalidad. Un “derecho humano” no es una concepción inherentemente vacía o mágica. La realidad es que no se aplican universalmente hoy; si así fuera, deberían haberse convertido en un nuevo conjunto de “derechos” positivos, en lugar del conjunto de derechos humanos naturales que ya existían.

La decisión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de basar los derechos humanos en la idea de la dignidad humana universal no se apoyó en la fuerza filosófica de la idea de dignidad en sí. En el sagaz ensayo, “Dignity: A History”, Remy Debes nos descubre que la idea y la terminología de la dignidad en la historia intelectual es bastante amorfa. En “De Oratore”, Cicerón, usa “dignitas” para describir un discurso magistral y de peso. Pero también especifica una cualidad estética: es decir, personas que se comportaban de manera "digna".

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Los sucesos de mediados del siglo XX marcaron un hito: dos guerras mundiales funestas, el primer uso de armas nucleares, la masacre de Nanking, los gulags rusos, el genocidio armenio, el Holocausto. De este a oeste y de norte a sur, el mundo fue devastado por la brutalidad de la humanidad contra sí misma. Determinar cómo alejar al género humano del precipicio requeriría el reconocimiento de la importancia de nuestro valor irreductible como personas.

La contemplación filosófica no es suficiente para el crecimiento moral. El desarrollo ético requiere que reflexionemos sobre la tragedia y el mal. La dignidad humana importa porque elimina ciertas opciones: significa que no podemos ignorar el valor de la vida o el bienestar de todos cuando tomamos decisiones.

Adam Smith nos advirtió en su “Teoría de los sentimientos morales” que no sentimos el mismo grado de preocupación por quienes sufren cataclismos lejos que por nuestros leves trastornos del día a día. Compartir la dignidad humana significa que no debemos ignorar el valor de la vida de quienes son diferentes o están lejos de nosotros.

Han transcurrido 73 años desde la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (DUDH). Los avances en la causa de los derechos humanos no debe detenerse: precipitó la descolonización y la independencia de países poscoloniales; existen referencias específicas a la DUDH en las constituciones de Argelia, Congo, Chad, Camerún, Madagascar, Malí, Níger, Ruanda, Togo, Somalia, Mauritania, Senegal, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Burundi y Alto Volta (ahora Burkina Faso), e incluso se reseña en la Carta de Derechos y Libertades de Canadá y otros países; también contribuyó a la caída del apartheid en Sudáfrica y al colapso de los regímenes totalitarios del antiguo bloque soviético. En los Estados Unidos, aceleró la proliferación de leyes de derechos civiles en pro de libertades y en pro de la igualdad de los grupos anteriormente oprimidos y marginados (Ley de Derechos Civiles, la Ley de Derechos Electorales, y muchas otras).

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El hecho de que la Comisión de Derechos Humanos haya encontrado consenso, ilustra la universalidad de las verdades básicas sobre el mundo y la condición humana. Reconoció que la naturaleza humana es la misma a lo largo del tiempo y la cultura, y que las personas de todo el mundo pueden inferir ciertos principios fundamentales con respecto a la naturaleza de la libertad, la dignidad humana y el desarrollo comunitario. En este momento, profundamente dividido, deberíamos recordar que solo cuando estamos de acuerdo en valores fundamentales compartidos, como la dignidad inherente de todas las personas, es posible el Bien. También es un estímulo para la búsqueda de un mundo más justo.

La supervivencia de los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre depende de las decisiones que tomemos cada día para reconocer la dignidad inherente e inviolable de todos aquellos con quienes interactuamos.

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