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EL JUEGO DE LA OCA

EL JUEGO DE LA OCA

Lo importante no era ganar, sino perseverar.

El juego de la oca es una alegoría de la superación personal. Hecho a imagen y semejanza del mundo inteligible, el tablero o terreno de juego dispone diferentes obstáculos en sus casillas, pruebas por las que tienen que pasar los jugadores en su viaje hacia el centro, que representa la Perfección, el Yo con el todo. El juego nos lleva de la separación (casillas bien delimitadas y distintas unas de otras) hacia la unión (el espacio central amplio y abierto).

Así que lo importante es seguir y seguir (continuar con nuestros propósitos) y si hace falta volver a empezar, pero volver a empezar con paciencia, aprendiendo en cada paso, solazándonos con nuestro trabajo, y alegrándonos del avance de los demás. No estamos solos en el mundo, ni jugamos solos a la Oca, esa es su verdadera dimensión. Nadie puede tirar los dados por nosotros, pero en el camino hay muchas otras personas que están intentando ir hacia adelante.

Juego oca antiguo

No vivimos en línea recta ascendente, en un camino previsible que si lo transitamos durante cierto tiempo a cierto ritmo, dará como resultado llegar en cierto momento a cierto lugar. Es fácil tener la sensación, si no llegamos al lugar que habíamos previsto, de no estar caminando o lo hacemos extrañamente lentos, o que quizás dicho camino no funciona, prodigando anhelos o fuerzas para seguir.

Ambas, vida y juego, son espirales en ascensión que contemplan la posibilidad de caer en varias vicisitudes, unas positivas y otras…, ¡no tanto!

Si al jugar, caemos en la casilla de la Oca, avanzamos hasta la siguiente oca. Si el pico está hacia delante, iremos hacia adelante, pero si está hacia atrás hay que retroceder.

La oca, un animal que se mueve entre mundos -tierra, agua, aire- es un psicopompo (conduce las almas de los difuntos hacia la ultratumba, cielo o infierno). Jung dice que el psicopompo es mediador entre el inconsciente y el consciente.

Al conectar con el inconsciente se produce una integración vertical que nos lleva hacia delante, como en el juego, dando un salto “de oca a oca”. Pero en ocasiones, al hacer esta conexión con el inconsciente vamos hacia atrás, quizás por alguna emoción estancada del pasado, algo que actualizar y resolver, que nos llevará un tiempo; pero no todo retroceso es una involución.

“Y tiro porque me toca”: un premio por haber hecho esa conexión de consciente e inconsciente: una especie de despliegue de la realidad. Si esa integración nos llevó hacia atrás, volver a tirar es tener una nueva oportunidad de responder de manera renovada. Si supuso un avance, volver a tirar es la dimensión añadida. El juego nos invita a seguir jugando.

Si llegamos a un puente: «de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente». Entrar en la corriente es que podemos avanzar suavemente hacia atrás o adelante. La corriente de los hábitos y la mente reactiva pueden empujarnos hacia atrás: así es cuando creemos que lo que sabemos intelectualmente y nuestra acción racional son la única verdad. Así que volver hacia atrás nos permite mirar con nuevos ojos; es una nueva oportunidad para hacer lo importante: seguir con el juego.

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En la posada se pierde un turno. Parar es parte esencial del ir adelante. No se trata de unas vacaciones sino de hcer las cosas de otra manera. Es también una metáfora sobre cómo se devalúan los ideales: «trabajando, trabajando perdió el oficio»… A veces hay que perder algún turno para recolocarnos.

En el pozo el agua tiene difícil acceso. Sin ella no es posible vivir. Caer en el pozo…, es caer en nuestras honduras, en lo que no conocemos. El agua es lo emocional, donde escondemos nuestros dolores antiguos y se ocultan nuestras sombras. Debemos bajar al fondo del pozo para limpiarlo con el tiempo necesario, dos turnos dice la oca, para poder seguir el viaje emergiendo más integrados.

«De dados a dados y tiro porque me ha tocado», simbolizan el poder de las emociones y la mente inconsciente. El lenguaje de las emociones y del inconsciente son los mitos, las leyendas…; es lo que nos permite abrirnos a los misteriosos influjos de la existencia y de los símbolos arquetípicos. Es la manera de caminar hacia los ideales, hacia algo más allá de nosotros mismos.

Cuando se cae en el laberinto nos quedamos atrapados y sin poder seguir avanzando hasta sacar un determinado número con los dados. Nos debemos a una compresión más profunda, no más elevada. Representa el deseo de tener renombre, ser aparentes y poderosos. Es ser vasallos de las ideas, opiniones o estilos de vida; no comprometernos con nada e ir siempre a la pesca de lo que sea. En la cárcel se pierden 3 turnos. Es la privación de libertad más allá de lo físico o psicológico, debida a nuestras propias trabas: hábitos fijos y repetitivos, superficialidad, aparentar en vez de ser, y la vaguedad o falta de compromiso verdadero. También estamos presos cuando nos traicionamos a nosotros mismos.

La casilla 58 es la muerte, y desde ella se vuelve a empezar en la casilla 1. Muertes y nuevos comienzos; pequeñas muertes nos brindan la oportunidad de volver a empezar, de reinventarnos, de jugar de nuevo, pero con otro espíritu. A lo largo del juego, del viaje, nos vamos conociendo más a nosotros mismos.

Al llegar al final de juego, si no hemos podido dar un salto cualitativo de consciencia y visión, simplemente no entraremos en el reino de la oca, y volveremos a empezar de nuevo sin mucha claridad, rcayendo quién sabe cuántasveces en cárceles, pozos y laberintos: repitiendo patrones.

La casilla final nos está diciendo: aprovecha la vida, o como escribió Kavafis «permite que el viaje sea largo y detente, detente en cada puerto y aprende de los sabios…». Se debe llegar con los puntos exactos, de lo contrario se retrocede tantas como puntos sobren. Otra forma de hacerlo es desde la penúltima oca: “de oca a oca” y por lo tanto llegas.

¿Qué decir de la meta? Tal vez sea despertar del sueño ilusorio de la dualidad, despertar a la verdadera dimensión del ser. Ser sabio, no en términos intelectuales sino en términos morales y espirituales, es decir, conocer de forma directa los entresijos de la existencia: el conocimiento directo de cómo son las cosas, junto a la bondad que de ello emana Fluir sin obstáculos.

Dice la oca que hay que llegar con los puntos exactos, porque si no vas hacia atrás. ¿Qué puede significar esto? La meta no es final, no es el paraíso inamovible para siempre jamás.

 
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