
FRATERNIDAD/SOLIDARIDAD
Existe una experiencia ética desconocida en el mundo greco-romano y en el moderno, que es determinante en el mundo semita: el prójimo y el buen samaritano.
Jacques Derrida deconstruyó, dentro del horizonte ontológico, el concepto de Fraternidad postulado por la Revolución Francesa. Lo hizo partiendo de los tratados sobre la amistad de Aristóteles, (“Ética a Nicómaco”, libros VIII y IX), hasta llegar a las discrepancias entre Nietzsche y Carl Schmitt.
Plantea lo que sería un más allá del principio de Fraternidad interpretando lo político. ¿Qué es lo que supera ese campo político como tal? ¿Cuál es ese más allá?
La fraternidad, sánscrito bhrátár-, brata persa antiguo, phratér griego, frater latino, brathir irlandés antiguo…, es aquello que agrupa miembros en una comunidad humana y les impele a vivir como iguales y a ayudarse mutuamente en caso de necesidad.
En su sentido político, la fraternidad contiene una llamada a la emancipación que la relaciona con la libertad individual. Esta aspiración a relacionarse entre sí como lo harían idealmente los hermanos y hermanas de una misma familia extendida que es la sociedad, es un ideal en su perfección empíricamente imposible, al igual que lo era la perfecta amistad para los clásicos (Platón, Aristóteles o Cicerón), porque no corresponde al ámbito íntimo o privado, y se ubica siempre en el horizonte político.
Esta es la perspectiva de Schmitt que sigue Derrida: la Fraternidad se sitúa en lo público, no en lo privado. Lo fraterno no es solo comprendido sino igualmente querido. Fraterno es el que vive la unidad en el todo (de la familia, de la comunidad política). La Fraternidad supone la unidad en comunidad ante lo “Otro”.
Pero, ¿Quién es lo Otro? Lo otro es nuestro prójimo.
Aparece el prójimo en la parábola de Lucas 10, 29-37: es la víctima del asalto; ahora las víctimas son quienes están fuera del camino o del sistema. Se cruzaron con la víctima de la parábola, las personas con más prestigio del orden social y político: un sacerdote y un levita, es decir, los sabios, los mejores, los legalistas; los más venerados no asumieron la responsabilidad por el otro.
En la actualidad en muchas ocasiones, el horizonte legítimo impide dar un paso fuera del camino para ayudar. La tabla de valores está subvertida y el samaritano, el infiel para un cristiano medieval más tarde, el esclavo en la primera modernidad, un sunita en Irak, un lumpen en el capitalismo, o un migrante subsahariano están fuera. El buen samaritano “lo ve” y se solidariza. Tal vez sea lo más transformador que hayamos podido observar en la historia hasta, por ejemplo, la aparición de los héroes que rescatan migrantes en el Mediterráneo, personas que se arriesgan peligrosamente al comprometerse por el otro.
Así surge nuestro proyecto para una solidaridad realmente posible, más justa. Un proyecto que establece una relación de Solidaridad más allá de la Fraternidad: acepta nuestra responsabilidad por el otro que no participa en nuestra Institución, la Masonería. La Solidaridad es el horizonte donde la Logia Librepensamiento ha tomado la decisión de ayudar al prójimo. Cervantes, en el Quijote, muestra las injusticias, en el inicio mismo de la Modernidad, desde la locura de aquel caballero aparentemente anacrónico. Fue una manera de mostrar la locura de la solidaridad ante la racionalidad fraterna del orden establecido.